domingo, 21 de febrero de 2010

Las tentaciones de Cristo son una radiografía de las tentaciones del hombre

Lucas 4, 1-13

Las tentaciones de Jesús nos develan un poco de lo que hay en el corazón del hombre.

"Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan"

La primera tentación, el convertir las piedras en pan, reflejan la inclinación natural que tiene el ser humano a utilizar el poder con que cuenta para poner las situaciones a su conveniencia. Contrario a la posibilidad de poner las circunstancias a su favor el cristianismo enseña a confiar en la providencia, ya que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta ( Romanos 12,2 ). Esto es un factor sumamente importante si vemos el efecto que el poder tiene aún en las voluntades mas nobles: un embilecimiento total por la busqueda de los fines. Toda persona tiene una capacidad de poder, una capacidad de influencia sobre su entorno, y en una sociedad donde el dinero es lo determinante la relación necesaria se vuelve en cuanto me aporta el otro, no por lo que es, sino por lo que hace.

La desición, como en toda tentación, la toma finalmente el hombre. Este sentimiento de libertad frente a la tentación genera en las personas una firmeza para defender las aptitudes pecaminosas: las drogas, el sexo desenfrenado, la capacidad de quien puede y quien no nacer, y muchas mas cosas, entran en la vida de las personas con una capacidad tan arrolladora que al final las personas creen que son ellas las que tienen el control de la situación pero no se han dado cuenta que al decidir utilizar el poder para su propios propositos han perdido el horizonte de sus posibilidades, en una sociedad donde todo es posible hay una inclinación inevitable hacia la maldad, no necesariamente colectiva, pero los hijos del mal suelen ser muy astutos (Lucas 16, 8b), no de otra manera se podría explicar un regimen tan injusto como el actual: se legaliza sus acciones y se da un sentido de consenso donde el 95% de la población opta por que el 5% determine su futuro, no hay duda que es una trampa un poco insospechada.

Recordemos que en el Señor todo lo podemos, pues el es nuestra fuerza (Filipenses 4,13); pero que constituye ese poder sino es el amar y dar la vida por el bienestar de los otros, esto si es poder utilizado en beneficio propio: poder perdonar a los que nos hacen daño nos permite tener un corazón libre de cadenas.

"Te daré todo este impero y el esplendor de estos reinos, porque son mios ... Si te pones de rodillas y me adoras ..."

La tentación de poseer todo, del poder total, es aún mas evidente que la anterior. Es muy sencillo comprender, piense un instante si usted fuera gobernante del mundo que haría para acabar con la injusticia, podría ser justo con todos?

Si Jesús hubiera aceptado esta propuesta no hubiera tenido que marchar hacia el calvario, su divinidad hubiera sido decreto al igual que fueron "divinos" los emperadores romanos. Pero donde hubiese quedado la opción del hombre de decidirse libremente por Él. Este era el propósito que el Señor ha tenido desde siempre: que el hombre declare desde su corazón que Jesucristo es el Señor (Romanos 10) de una manera libre, que se deje cobijar por su amor. Igual labor tenemos los que queremos anunciarlo: batallar en una sociedad que no quiere reconocerlo, sabemos que hemos cometido muchos errores, mediante el amor y renunciando a toda iniciativa totalitaria, algo que se intento en otra epoca y que esperamos no se vuelva a intentar nunca.

"Si eres el, lanzate de aquí ..."

La tercera ambición del hombre es el deseo de figurar, de hacer un acto que sea indiscutiblemente portentoso y visible por todos y no deje dudas sobre la actitud de quien lo lleva a cabo. Esta tentación es un peligro constante: en el mundo se llama moda y hay personas que haría cosas que no se imaginarian nunca por quedar bien con otros, también se llama afán de reconocimiento, deseo de que los otros le den valor a lo que hago, esto es hacer algo por mi propia vanagloria y no por el bien de los demas. En este último punto nos encontramos la mayoría de los cristianos por lo menos alguna vez en nuestra vida. Debemos recordar que es para Dios para quien trabajamos.

Alabado sea Jesucristo

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